Si has venido aquí es porque quieres meditar y algo te impide realizar esta práctica.
Si has venido aquí, es porque quieres meditar y algo te lo impide. Personalmente, me resultó difícil, y más allá de aprender la técnica, fue poder sentirme cómoda durante las sesiones de meditación. A pesar de leer muchos libros, asistir a cursos y escuchar a todo tipo de gurús, para mí la clave más allá de la técnica fue empezar a sentirme cómoda meditando. Y la comodidad a la que me refiero no consiste en poder sentarse en la postura del loto y aplicar técnicas de respiración. El gran reto de sentirse cómodo en la meditación es ser capaz de permanecer en quietud física y mental, sin sentir la necesidad o la molestia de tener que moverse. La quietud física favorece la quietud mental, que es el componente más importante de la meditación porque nos permite silenciar nuestros pensamientos egoicos.
Muchos métodos hablan de no pensar o de silenciar la mente; yo lo entendí cuando sustituí la palabra mente por “pensamientos egoicos”. Aquí estamos hablando de la mente definida como el ego, que incluye todos los pensamientos que surgen de nuestros deseos individuales. Por lo tanto, la meditación es la práctica que busca silenciar esos pensamientos egoicos.
La quietud en la meditación es quizá el componente más importante, porque nos permite observar verdaderamente nuestro ser.
Los pensamientos egoicos, como el término indica, son pensamientos arraigados en el ego. Son pensamientos que parten de necesidades individuales y no tienen en cuenta a los demás ni a la totalidad del universo que nos rodea. Los pensamientos egoicos están arraigados en los deseos individuales y a menudo pueden manifestarse como daño a los demás.
La raíz de los pensamientos egoicos reside en el deseo del ego de satisfacción individual. Estos pensamientos nos hablan constantemente de lo que deberíamos ser, de exigencias, de satisfacción personal, de acumulación, de miedo y de todos los mecanismos mentales y emocionales que se activan.
Los pensamientos egoicos son “la mente = ego” que la meditación trata de acallar, con el fin de abrir espacio para que se manifieste otra mente: la mente infinita que muchas tradiciones también conocen como corazón.
La meditación es una técnica para acallar los pensamientos egoicos.
Cuando comprendí que la meditación era ese espacio de quietud y silencio para acallar los pensamientos egoicos, se abrió una nueva dimensión en mi práctica meditativa. En otras palabras, la meditación me permitió escuchar la voz de mi corazón. La voz del corazón, si la escuchamos con atención, es una voz compasiva libre del ego. En ese momento, comprendí que la meditación es el espacio para armonizar la mente con el corazón.
Lo que me complicó todo el tema de la meditación fue empezar a despertar esa voz de mi corazón. Una voz que, la primera vez que la oí, me hizo sentir una fuerte vibración en el pecho que me hizo sentir amor y compasión por mí misma y por todos los seres. La meditación me permitió abrir ese canal de comunicación con el corazón, y es en ese momento cuando me encuentro con ese ser puro que soy.
Imagina ahora que ese ser vive en un bosque inmenso, y quieres encontrarlo, igual que cuando quieres ver animales que se asustan ante cualquier ruido que hagas, pero que también se acercan cuando estás en silencio y quieto. Al igual que en el bosque, el esplendor de la naturaleza se observa mejor en la quietud y el silencio. Por eso, para encontrar esa quietud, es necesario relajar nuestro cuerpo para que puedan abrirse otros sentidos, permitiéndonos sentir la voz del corazón. La meditación es la herramienta que nos permite silenciar nuestra mente y dejar que entre en nosotros la belleza de nuestro ser y de nuestra existencia.
Tipos de meditación
El denominador común de todas las técnicas es el entrenamiento mental basado en concentrarse en estar presente en el aquí y ahora. Esta es la base para empezar a vaciar la mente de pensamientos egoicos que pertenecen al pasado o al futuro y no nos permiten existir en el aquí y el ahora.
Las tradiciones antiguas han sido conscientes de la importancia de esto para conectar con nuestro ser interior y con la voz del corazón. Por este motivo, tanto las religiones como las escuelas místicas han desarrollado algún tipo de práctica meditativa, ya sea la meditación o la oración. Varios tipos de meditación se han popularizado en todo el mundo, pero todos se basan en la meditación hindú Vipassana. Ésta es la meditación que Buda dio a conocer, ya que le condujo a la iluminación.
El denominador común de todas las técnicas es el entrenamiento mental basado en concentrarse en estar presente en el aquí y ahora.
A menudo, esta amplia gama de técnicas puede causar confusión a quienes intentan meditar por primera vez. Puede ser difícil adherirse a una técnica y confiar en que es la más adecuada para nosotros. A menudo, lo que nos impide meditar es que estamos forzando la quietud mental y eso puede incomodarnos. Lo importante es empezar y confiar en que, con la práctica, la técnica elegida es la mejor para ese momento.
He aquí algunas de las técnicas de meditación más conocidas:
- Meditación trascendental, popularizada por el gurú hindú Maharishi en los años 60, basada en la meditación Vipassana.
- Mindfulness, un anglicismo que ha occidentalizado la meditación trascendental, y que generalmente es una meditación guiada centrada en aspectos como el estrés y la ansiedad.
- Zazen, meditación del budismo zen japonés centrada en el vaciado de la mente, que se caracteriza por realizarse en posición de loto.
- Meditación cabalística, basada en la visualización y en mantras de palabras hebreas.
- La meditación cristiana, que tiene muchas variantes pero se basa en oraciones y reflexiones sobre textos bíblicos.
- Meditación caminando, un tipo de meditación popularizada por el monje budista vietnamita Thich Nhat Hanh, basada en caminar conscientemente.
- Meditación tibetana, acompañada de mantras tibetanos, siendo uno de los más utilizados el mantra de la compasión Om Mani Padme Hum.
- Meditación Kundalini, centrada en la activación de la energía Kundalini y basada en la recitación de mantras para activar los chakras.
Éstas son sólo algunas de las muchas técnicas de meditación que existen en el mundo, y todas ellas tienen en común el objetivo de encontrar el silencio y la quietud de la “mente = ego”. Estas herramientas ancestrales han sido desarrolladas por las tradiciones místicas para llevar a los seres humanos a un estado de relajación que permita el contacto con el ser interior.
¿Por qué es importante conectar con nuestro ser interior?
El ser interior, que algunas tradiciones místicas definen como la divinidad interior, es lo que nos acerca a Dios, al infinito, a la finalidad divina de nuestra existencia. Este ser interior conecta con el verdadero propósito que es único para cada uno y existe en una dimensión espiritual.
La meditación nos permite empezar a escuchar la voz de nuestra alma.
Por otra parte, el ego nos conecta más con la voz del “debería ser esto y aquello”, y con las exigencias económicas y profesionales. La voz de nuestro corazón nos conecta con esa divinidad vinculada a un propósito infinito más allá de los deberes y las exigencias sociales. Ejemplos de pensamientos egoicos:
- Debo tener éxito económico
- Debo complacer a mis padres
- Necesito comprar esto y aquello
- No soy suficiente
- Si no soy un profesional de éxito, no valgo nada
- Debo tener el control
- Si soy artista, seré un fracasado
Estos pensamientos egoicos dominan nuestro guión interno y nos impiden ver nuestro verdadero potencial con pureza e inocencia. Los pensamientos egoicos son como voces internas generadas a través de una programación interna construida a lo largo de la vida, desde la infancia hasta la edad adulta, y reforzada a lo largo de los años. Basta con oírlos cuando somos niños para que estos pensamientos externos se conviertan en propios. Los pensamientos que no forman parte de nuestra esencia empiezan a corrompernos y pueden llevarnos a una ilusión de éxito o de felicidad o de fracaso total.
La meditación es el espacio de quietud y silencio en nuestra mente.
Lo que ocurre al meditar sólo puede conocerlo quien medita. Es un acto tan íntimo que, por mucho que se describa, sólo el practicante puede experimentarlo. La transformación interna que puede producirse puede ser una comprensión que cambie nuestra forma de ver las cosas; la comprensión puede llegar durante la meditación o en cualquier momento, independientemente de que estemos meditando o no. La práctica meditativa permite a la mente comprender que existe un espacio de relajación al que llega la comprensión, y conociendo ese espacio de quietud y silencio, puede recrearlo en cualquier momento.
Por eso la meditación es un gran acto de confianza en el que nos entregamos por completo al acto de escuchar esa voz interna de nuestro corazón.
Lo que te impide meditar es no saber aún que existe ese espacio de quietud y silencio en la mente. Cuando meditamos por primera vez, puede resultar difícil llegar a ese lugar, porque estamos acostumbrados a vivir desde nuestro ego y a satisfacer el deseo egoico. Sólo con la práctica meditativa podemos limpiarnos y llevar nuestra mente a ese lugar de silencio y quietud. En ese estado de relajación pura, no forzada, relajada y contemplativa, empezamos a oír la voz de nuestra alma.
La meditación es la técnica o práctica que aparta esas voces y pensamientos de nuestra “mente = ego” que no son nuestros y nos permite empezar a escuchar la voz de nuestra alma. Esa voz del alma contiene la esencia y la pureza de lo que somos. Es difícil empezar a confiar en esa voz, que prácticamente nunca nos hemos permitido escuchar. Por eso la meditación es un gran acto de confianza en el que nos entregamos por completo al acto de escuchar y sentir esa voz interna de nuestro corazón.